Descripción

Estamos a punto de iniciar el proceso de diseño curricular. Nadie quiere perderse esta experiencia, ¿cierto? Desde que comenzaron a hablar del currículum, han transcurrido días, horas, unidades de formativas, tareas, exposiciones, discusiones, uff… ¡una cantidad de cosas importantes para su vida profesional! ¿Habrán incrementado su interés por este campo profesional o seguirán pensando que no está hecho para ustedes? ¡Espero que no a lo segundo!

Y, en efecto, estamos ya adentrándonos en los primeros ejercicios de diseño, vamos a ocuparnos de eso el resto de nuestro curso, pero a mí también me preocupa que nuestros pasos en este importante campo profesional vayan quedando firmes. Por eso (y no por llevarles la contraria) he incluido esta tarea donde tendrán que demostrar cuánta experiencia han logrado acumular a los largo de tooodas estas horas de vuelo.

Dejaré en sus manos cuatro fragmentos de un texto que versa sobre distintas concepciones curriculares (¡es un plan!, ¡debe considerar las experiencias! ¡el plan y su implantación no coinciden! ¡es sólo un proyecto!) los leeremos, discutiremos y trataremos de presentar al grupo una versión efectiva y esquematizada de tales concepciones. Si lo comprendimos correctamente, en equipo, sabremos hacer, dibujar y representar variaciones lúdicas sobre la concepción que se nos encargó para aprender y divertirnos al mismo tiempo.

¿Se lo imaginan? El día de las exposiciones nos esperan versiones verdaderas y falsas sobre las cuatro concepciones curriculares. Con cara de seriedad habremos de exponer tratando de que el grupo no descubra si la nuestra es la versión falsa de la concepción. Si como público nos mantuvimos atentos, podremos descubrir quién expuso verdades y quién dijo falsedades… Cuando el aprendizaje ha sido significativo, las personas que aprenden pueden COMUNICARLO de múltiples maneras; mediante escritos, organizadores gráficos, ejemplos, análisis de casos o, como en este desafío, mediante una dramatización donde presuman sus dotes histriónicas.

Quiero que se demuestren que ya se llevan bien con el currículum (de piquete de ombligo como mínimo), que este campo académico y profesional lo consideran más propio que ajeno; que ahora sí les importa porque valoran su relevancia social; que comprenden bien que adentrarse en este campo puede ayudar, en gran medida, a mejorar para nuestro estado la calidad de la gestión escolar, la didáctica y los aprendizajes.

No tienen permiso de hacer las cosas por hacer: sin convicción, interés, profesionalismo o cariño; para que valga la pena nuestro intento se requiere compromiso, responsabilidad, sinergia y entusiasmo.

Órale, pues…